No es ningún secreto que, desde hace años, el antiimperialismo ha servido de impulso para que el castrochavismo se propague por América Latina y, junto a él, un incremento desproporcionado de violencia que trae en sus procesos.
En este contexto, la violencia generalizada en Ecuador mantiene similitudes con lo ya ocurrido en otras latitudes del continente: generar miedo para después de una transición de poder y de gobierno, se establezca la tranquilidad mágicamente.
Ya en las protestas de octubre de 2019 el país vivió una serie de acciones terroristas en busca de derrocar al Gobierno del presidente Lenín Moreno bajo el pretexto de rechazar la supresión de subvenciones al diesel y la gasolina, con pantalla de movilización indígena.
Se trata de ataques transnacionales consumados por el más peligroso grupo de delincuencia organizada, el castrochavismo. ¿El actual ataque contra el pueblo y el Estado ecuatoriano, por lo tanto, puede ir más allá de una política interna?
Deja una respuesta