Grandes ventanales permiten el ingreso de la luz del sol y convierten a la Casa de Bienestar y Vida en un lugar cálido. Durante años, en este lugar se trabajó en la prevención de adicciones de grupos vulnerables y de alto riesgo. Desde marzo pasado, en este espacio ubicado en La Ronda, Centro Histórico de Quito, también funcionará el primer Centro Ambulatorio de Salud Mental del Ecuador.
Es fácil sentirse bienvenido en este nuevo espacio. En la entrada hay una pequeña recepción donde las personas pueden pedir información o registrar su llegada a una cita.
En el segundo piso está la oficina de Diana Medina, coordinadora técnica del despacho de la Secretaría de Salud del Municipio. Ella indica que el Centro Ambulatorio se abrió formalmente hace poco, con una acreditación del Ministerio de Salud. Pero los servicios de atención en salud mental y prevención de adicciones ya se ofrecían desde antes.
En 2022, ciudadanos llegaban voluntariamente a la Casa, en busca de ayuda en el área de salud mental. Medina cuenta que la demanda era muy alta y que los servicios disponibles ya no eran suficientes para satisfacer las necesidades de la gente. Así fue como se pensó en convertir el espacio en un centro ambulatorio.
Con la acreditación que certifica que la Casa de Bienestar y Vida es un establecimiento de Segundo Nivel de Atención, su trabajo se puede hacer mejor. Medina señala que esto es importante porque habrá un ente que los controle y permita brindar mejores servicios. Eso implica, dice, que se garantizará calidad, calidez y lugares y espacios adecuados.
¿Qué se encuentra en el centro?
La Casa cuenta con cerca de 40 profesiones de salud mental. Diana Medina dice que se encargan de la atención individual de las personas que llegan. Pero también ejecutan atenciones preventivas en territorio. Esto implica acudir a identificar casos que se puedan remitir al centro ambulatorio.
Este establecimiento recibe todas las problemáticas relacionadas con salud mental y con el uso y consumo de drogas, asegura Medina. Atienden a personas de todas las edades, desde niños de 3 años, como una pequeña de cabellos oscuros que llora en uno de los pasillos, hasta adultos mayores jubilados.
Para atenderlos de manera integral, el centro cuenta con un médico general, psicólogos infantiles, orientadores familiares, psicológicos clínicos, psicoterapeutas y terapistas ocupacionales. Para trastornos de salud mental más graves, incluso hay un psiquiatra que atiende casos puntuales.
Diana Medina recalca que los servicios que ofrece el centro ambulatorio son gratuitos para todas las personas y la asistencia es completamente voluntaria. Esto significa que no se atiende a ninguna persona que acuda por la fuerza u obligada por alguien más.
Cuando un ciudadano busca ayuda en el centro, un profesional lo recibe y le da primeros auxilios psicológicos. Este tiene un primer acercamiento con la persona, identifica el problema y deriva los casos al especialista que mejor se adecúe a sus necesidades.
Cada sesión en el centro ambulatorio dura aproximadamente 40 minutos por persona y se atiende a 10 pacientes por día. Para acceder a los servicios es necesario hacer una cita a través del número 099 521 2657. El horario de atención es de lunes a viernes de 08:00 a 16:30.
La reinserción social
El foco de la Casa de Bienestar y Vida está en el centro ambulatorio, pero hay otro grupo que trabaja permanentemente: el de reinserción social. Este se encarga de la prevención y atención de adicciones a través de estrategias productivas, indica Medina. También brinda atención en salud mental a personas vulnerables y en riesgo.
El centro cuenta con tres proyectos con los que se busca ayudar a las personas a no usar drogas y prevenir trastornos de salud mental. Estos se denominan ‘Cultivando Sueños’, ‘Prevención en mí’ y ‘BellArte’.
Los proyectos, dice Medina, permiten que la gente se sienta más en comunidad, más en sí misma y más útil para la sociedad”. Además, con estas actividades se buscan resultados tangibles como resultado de la ayuda para que los ciudadanos encuentren oportunidades cuando terminen los proyectos.
Los espacios permiten la atención individual y la integración en grupo. Medina señala que muchas personas han perdido sus redes de apoyo, “y aquí encuentran un lugar para construir nuevas”.
Cultivando sueños
‘Cultivando sueños’ es un proyecto de huertos urbanos. Todos los miércoles en la mañana, un grupo de cerca de 15 personas en situación de calle llega a la Casa y cuida el huerto. En él, hay sembríos de acelga, zucchini, lechuga, remolacha, rábano, avena y otros. Cuando los cultivos estén listos, serán cosechados y servirán para preparar recetas saludables, como las hamburguesas de lenteja, papas cocinadas y mayonesa de chocho, que prepararon el día que visitamos el centro.
Alejandro Taco, responsable del eje de reinserción social, dice que el objetivo del proyecto es que las personas vulnerables como las que están en situación de calle desarrollen habilidades psicosociales y productivas. De esa forma buscan reducir y hasta eliminar el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas. “En vez de estar en las calles consumiendo, están aquí aprendiendo”, asegura Taco.
Las personas que participan en estos huertos urbanos tienen entre 18 y 60 años y juntos han logrado aprender habilidades que los mantienen lejos de las calles.
Prevención en mí
Una iniciativa cultural se alberga en el primer piso de la Casa de Bienestar y Vida, frente a un patio de hierbas verdes, donde hay una sala musical. De una de las paredes cuelgan cinco guitarras enfundadas en estuches negros, y a su lado hay tres bombos blancos, un tambor, una lira, dos trompetas pequeñas y un clarinete. También hay una conga, unas rumberas y, en una esquina, hay un teclado.
En un inicio, dice Alejandro Taco, el programa se enfocaba en enseñarles a las personas a tocar la guitarra. Pero ahora que hay más instrumentos disponibles, el plan es hacer una orquesta. Taco la llama “la batucada de la prevención de adicciones”.
Por ahora, en el proyecto también participan personas en situación de calle. Antes, eran 10, pero dos de ellas ya consiguieron trabajo. Sin embargo, el objetivo es que el grupo crezca y por eso se quiere integrar a 12 personas más.
BellArte
El programa BellArte es uno de los más antiguos y está entre los destacados del centro. En el último piso de la Casa y rodeado de ventanas está la sala donde funciona esta una iniciativa, en la que se enseña habilidades de peluquería, barbería y uñas a personas de grupos vulnerables.
El lugar es amplio y en sus paredes hay collages y carteles hechos por los participantes del equipo. Hay mensajes sobre salud mental, resiliencia y frases motivadoras. A un lado de la sala hay tres estaciones como las de los salones de belleza, con sus sillas giratorias y espejos largos con luces alrededor. Es un espacio acogedor.
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